jueves, 26 de septiembre de 2024

 EN BUSCA DE LA SIRENA 

Me encuentro en la bella ciudad de Quillabamba, conocida como la ciudad del eterno verano y jardín de bellas mujeres, oí una peculiar e interesante historia sobre una sirena que habita en las cataratas de Illapani, a unas 2 horas de Quillabamba, aparte de apreciar la catarata, que cuentan es la más bella de la ciudad, también tendría la oportunidad de conocer aquella famosa sirena de la que tanto habían estado hablando.

Así que decidí ir en su búsqueda, para eso, abordé un vehículo en el terminal, rumbo a Illapani, y por 15 soles me llevó a mi destino. Luego de cerca de 2 horas de viaje había llegado a la entrada de la carretera, lugar donde inicia la caminata hacia el encuentro con la catarata. Llegué a un puesto de control, en el cual se debía realizar un pago de 3 soles por derecho al ingreso al área, pues es un área privada. Luego de efectuar el pago le pregunté a la señora cuánto tiempo era el recorrido a pie, a lo que me respondió 40 minutos.

Empecé con la caminata, en la ruta se puede apreciar variedades de árboles de limón, que nos acompañan durante una parte del trayecto, luego de 20 minutos aproximadamente se leía un anuncio indicando que estábamos por el camino correcto rumbo al encuentro con nuestro destino y me encontré con un local en el cual una señora anunciaba la venta de caldo de gallina y helados, el cual pasamos sin prestarle mucha atención. A partir de ese momento el camino se volvió un poco más empinado y pedregoso, por lo que a paso ligero y haciendo unas respectivas paradas continué adelante, ya el camino iba cambiando, la vegetación iba en aumento y se sentía la brisa del aire fresco.

Llegué a un puente colgante, muy bonito por cierto, el cual permitía que el camino sea menos largo (cuentan que antes la caminata era por casi 2 horas) luego de más de 40 minutos, me preguntaba cuánto más faltaba para llegar e iba dudando de los 40 minutos que me indicó la señora al inicio de la travesía, pues me respondía que para los lugareños sería 40 minutos el recorrido, pero para un foráneo como yo debería ser mucho más, pues no tengo la costumbre del trekking. Luego de más de 1 hora, el camino iba cambiando, nos acompañaba una caída de agua (como riachuelo pequeño) el cual me indicaba que estaba cerca a mi destino.

Al girar en una curva cerrada del camino montañoso, se dejó ver la impresionante caída de agua de casi 80 metros de altura, la verdad, valió la pena la caminata, se sentía un viento húmedo, pues la caída del agua, más el viento causaba una brisa helada, no lo pensé dos veces y bajé raudamente, tratando de acercarme lo más posible a la catarata, y pude sentir su agua heladísima, mientras trataba de sacar algunas instantáneas para la posteridad. Me quedé maravillado con lo primorosa que es esta catarata, pero ahí no quedaba todo, como conté en el inicio de este texto, quería encontrar a tan comentada sirena, aquella bella mujer de la que había escuchado tanto hablar y que habita por estos lares, así que seguí con la esperanza de poder conocerla, luego de casi 1 hora de esperar, me di por vencido y empecé mi retorno hacia la ciudad para buscar un buen almuerzo (ya tenía hambre) y en el camino me vuelvo a encontrar con aquella señora que ofrecía sus helados a los caminantes, me acerqué y le pedí un helado, mientras le iba preguntando: Buenos días señora vengo de apreciar la catarata, muy bella tal como me la habían contado, pero me voy un poco triste, pues me habían comentado la historia de una sirena que habita por acá y a la cual no pude tener el gusto de ver, a lo que la risueña señora me respondió: “YO SOY LA SIRENA DE ILLAPANI”.

No lo podía creer, pensé que me estaba vacilando, a lo que le volví a preguntar y me contó la historia, que por muchos años ella fue la famosa sirena de Illapani, pero que ya los años habían pasado y no fueron muy generosos con ella, recordaba sus buenas épocas hace ya 20 años atrás, y ahora se dedica a su negocio local y vivir siempre alegre y jovial, ofreciendo a los caminantes sus helados. Luego de acabar mi helado me despedí de la sirena con un fuerte abrazo, deseándole lo mejor y empecé mi caminata hacia abajo, en la ruta iba pensando que quizá la señora me quiso macanear con eso de que era la sirena de Illapani, pero luego dije, quizá si es ella y en aquellas noches de luna, se posará frente a la majestuosa catarata y al sumergirse en sus frías aguas volvería a salir su belleza, sí, esa belleza que engalana y cuentan hasta el día de hoy… la belleza de la sirena de Illapani.






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