viernes, 28 de diciembre de 2012

Año Nuevo inusual




Estamos a pocos días de llegue a su fin el 2012, la mayoría de personas, están planeando a donde se van de viaje o de campamento, para celebrar a lo grande esta fecha. Todo esto me hizo recordar un Año Nuevo muy peculiar que pasé en mi adolescencia. Era 31 de diciembre del año 2001, hace ya 11 años, nos fuimos a pasar Año Nuevo a una fiesta en un conocido local del distrito de San Borja, con nuestros amigos del distrito de  San Luis (lugar que frecuentábamos con mis amigos del barrio), Nos juntamos un grupo de casi 11 entre hombres y mujeres y nos fuimos a bailar hasta las últimas consecuencias. Luego de bailar hasta más no poder y haber bebido regular cerveza. Mi amigo César me dice:
‘Vamos a seguirla al Sur allá está el chato ‘Cota’ y los demás, están en la playa Gallardo’. No la pensamos dos veces y nos llevamos 3 cervezas de la fiesta en botella de 650 ml y junto a nuestra amiga ‘Mila’, nos enrumbamos los en la travesía. Yo jamás había ido a una playa más allá de Punta Hermosa y ‘Gallardo’ estaba cerca del kilómetro 100 de la Panamericana Sur. Tomamos el ‘Maleño’, un bus económico que llega hasta Cañete. En el camino nos pusimos a beber una de las 3 botellas de cerveza que habíamos llevado, con el fín de no llegar con las manos vacías y compartirlas con nuestros amigos en la playa. Luego de más de 1 hora de viaje el chofer nos dijo que nos bajáramos que la playa ‘Gallardo’ está para adentro y el bus solo pasa por la carretera luego había que caminar hacia adentro y llegar a la playa. Empezamos la caminata, con la esperanza de llegar lo más pronto posible a la playa y darnos un chapuzón, caminamos y caminamos y seguimos caminando, todo el trayecto era arena y más arena, no había ninguna señalización que nos guíe a nuestro destino. Por la ruta nos encontramos a un señor, al cual le preguntamos por la playa ‘Gallardo’, él nos dijo con una sonrisa, ‘está para el otro lado, tienen que caminar bastante, sería mejor que tomen una mototaxi que los lleve’. Nos dimos vuelta y continuamos hacia el camino que nos indicó el señor, en el trayecto jamás nos cruzamos con una mototaxi, habremos camiando cerca de 40 minutos, nos acabamos la segunda botella de cerveza, ya media tibia por el intenso calor que nos azotaba en esos momentos. Cuando de pronto cual pirata en alta mar, divisamos la playa y había una gran cantidad de carpas de personas que habían acampado desde días atrás, así que ahora el problema era encontrar la carpa de nuestros amigos. Ya con solo una botella de cerveza en la mano, y ya completamente caliente, empezamos a caminar por la orilla de la playa en busca de nuestros amigos. Cuando logramos divisarlos, algunos estaban despiertos aún bebiendo desde el día anterior, otros roncando dentro de la carpa, y otros bañándose en el mar, para que se les pase la embriagues. Llegamos y nos saludamos con todos con un fuerte abrazo, ellos ya se habían tomado todo el licor que habían llevado, yo solo tenía una botella de cerveza caliente, la cual enterramos en la orilla de la playa para que no se caliente más y enfríe algo. Mientras tanto mi amigo César compró más cervezas y nos pusimos a festejar con el grupo, lo que quedaba del Año Nuevo. Ya era casi la 1 de la tarde y los estómagos empezaban a pedirnos que los alimentemos. Algunos amigos se habían gastado toda su plata , otros solo tenían para el bus de regreso. Tuvimos que hacer una ‘chanchita’ para poder comer todos, éramos entere 12 a 15 personas, un grupo bien grande, todos hombres, solo nuestra amiga ‘Mila’, fue la única mujer que nos acompañó en la travesía.
Luego de avernos divertido, ya era tiempo de regresar a  casa. Recogimos las carpas  e iniciamos la caminata de regreso hasta la carretera, donde abordaríamos el bus de regreso  a Lima. Llegamos a la carretera y esperamos a que pasara el bus, a los 10 minutos pasó uno y se detuvo, subimos todos rápido, con ganas de ya estar en casa. Cuando el cobrador empezó a pedir que le paguemos el pasaje, las miradas de mis amigos se entrelazaron, resulta que de los 15 que éramos solo yo y cinco amigos más teníamos  pasaje completo y 4 tenían 4 soles cada uno, los otros 5 no tenían ni un sol, todo se lo habían gastado en alcohol, el pasaje era 10 soles por persona hasta lima. Nos bajaron del bus, solo habíamos avanzado 1 kilómetro, estábamos en el kilómetro 123 de la Panamericana Sur, nos faltaban 122 kilómetros para llegar a Lima. Al bajarnos les preguntamos qué pasó con sus pasajes de nuestros compañeros, y recién ahí nos dijeron que  no tenían plata, los demás no teníamos ni para prestarles, sino con mucho gusto, con tal de irnos de ese lugar. No quedó otra que caminar un poco más y esperar que alguien nos lleve por 76 soles, era todo lo juntado, el precio real era 150 soles por los 15, Habremos caminado cerca de 20 kilómetros, contando chistes, molestando a los que iban adelante, riéndonos. Por el kilómetro 102  encontramos gran cantidad de tomates regados en la carretera, a algún camión se le habría caído, y no hubo mejor idea que agarrar a tomatazos a nuestro s compañeros que iban  adelante, les lanzábamos los tomates en la cabeza y cuando volteaban a ver quien fue, todos nos hacíamos los locos, fue muy divertido, pero luego de tanta risa, seguíamos varados en la carretera, nadie nos quería recoger, tal vez por la cantidad de personas que éramos o por la apariencia trasnochadora de algunos de nuestros compañeros. Ya estaba anocheciendo, y casi resignados, porque ya no pasaban los buses, se nos cruzó por la mente abrir la carpa y acampar a un lado de la carretera. Cuando de pronto  una ‘custer’ se detiene y nos dice que subamos, ya estábamos a 10 kilómetros de Asia, y la idea era llegar allí, al menos había civilización y no estaríamos en el medio de la nada como en la carretera, la ‘custer’ estaba casi llena, hasta ahora me río mucho al recordar la forma en la que viajamos todos en ese carro. Solo vi a 13 de mis amigos dentro del bus, no teníamos la mínima idea de donde estaban los otros 2. Nos cobraron 4 soles por persona pero le terminamos dando 3 por cada uno, ahora solo nos sobraba 11 de los 76 que teníamos entre todos. Cuando llegamos a Asia, nos bajamos todos y afuera encontramos a nuestros dos amigos que faltaban, eran el ‘chino de las motos’ y ‘ loco triste’ los muy locos al ver que ya no entraban al bus porque estaba repleto, se subieron a la parrilla de la ‘custer’ y arriba viajaron más de 10 kilómetros, la verdad que arriesgaron sus vidas, pero para nosotros nos causó mucha risa y nos tiramos al suelo a reírnos, al verlos todos despeinados, y con los pelos parados por la velocidad del bus. Llegamos a Asia y la única esperanza era nuestra amiga ‘Mila’, ella tenía una tarjeta de débito en la cual solo tenía 50 soles, más los 11 que teníamos juntamos 61 soles, con ese dinero era lo único que nos podría llevar a Lima a los 15, ya eran las 9 de la noche,  casi más de 8 horas desde la 1 que habíamos salido de ‘Gallardo’. Ya casi resignados, con sed, hambre y cansados, un bus de la empresa’ Flores’, se detuvo, antes de subir le dijimos cuánto nos cobra hasta lima. Nos dijo 10 soles, pero con qué cara nos habrá visto el chofer, que nos dijo: ‘ ¿cuánto tienen  muchachos? Le dijimos 61 soles, llévenos a Lima por favor, no tenemos más dinero. El chofer nos dijo que  subamos, y viajamos recontra cómodos, el bus se regresaba casi vació desee Ica y todos nos fuimos sentados y viendo la película que pasaban por los televisores. Qué alivio, en verdad, de haber caminado más de 20 kilómetros con un sol arrasador que nos acompañaba por la carretera, ahora estábamos descansando en un bus grande y ya rumbo a nuestros hogares. La alegría y el alivio de estar de vuelta en el barrio, era comparable a la de haber estado de rehenes y que nos hayan soltado. Ese campamento a ‘Gallardo’ fue inolvidable, por las anécdotas. Al llegar nos despedimos todos y cada uno se fue a su casa. Mis padres estaban preocupados, ya eran más de las 11 de la noche, pero les conté lo sucedido y supieron entender.
Esa fue la última vez que compartí un campamento con los 14 del grupo. Desde ese día hasta hoy nunca más nos volvimos a juntar todos para un campamento. Algunos de ellos están ya en otro país, otros con  hijos, y otros siguen haciendo las mismas locuras como viajar en la parrilla de un bus en plena Panamericana sur.

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